Seguramente todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos jugado al teléfono estropeado, en el que una información pasaba a lo largo de varias personas y a través del cuál, poco a poco, se iba distorsionando y finalmente el mensaje final no tenía nada que ver con el inicial. Esto nos hacía mucha gracia, pero es una realidad que hoy en día existe en nuestras empresas.
Nuestro nuevo teléfono estropeado se materializa en las empresas a través de las nuevas tecnologías. Entre las cuales me gustaría destacar el "whatsapp" y el correo electrónico, y es que a través de ello nos estamos perdiendo un montón de información, ya que estos canales no tienen entonación, no podemos leer la expresividad, y caemos en la subjetividad de la lectura de las personas que lo recibe.
Esta falta de contacto hace que perdamos esa información, ¿por qué? Dimberg, un investigador sueco, señaló en sus investigaciones la “transferencia de estados de ánimo” y descubrió que cuando las personas ven un rostro enojado o sonriente, la musculatura de su propio rostro tiende a realizar una transformación sutil en el mismo sentido, una transformación, que aunque no nos resulta evidente, (incluso a veces, solo es perceptible por impulsos eléctricos) tiene una gran importancia para matizar una comunicación.
Todos emitimos esas señales emocionales, incluso sin darnos cuenta. Cacioppo, psicólogo de la universidad de Ohio, ha estudiado este tipo de intercambio sutil y dice que - comprendamos o no la mímica de la expresión facial, basta con ver a alguien expresar una emoción para realizar ese mismo estado de ánimo. Es algo que sucede de continuo, una especie de daza, una sincronía (rapport) una transmisión de emociones-.
Vamos a aplicar esta teoría en un ejemplo. Hace poco en un cumpleaños de un familiar un sobrino recibió un regalo de su abuelo. El niño no recibió el regalo que esperaba y se puso cabizbajo y triste, pero su padre, al percatarse de la situación, le dijo: “Da las gracias al abuelo por el regalo”. El niño a regañadientes le dijo: “Gracias”.
¿Imaginas esa conversación a través de mensajes?. Voy a reproducirla:
- Abuelo: ¿Te ha gustado?
- Niño : Si… ¡GRACIAS! (seguramente acompañado de una cara sonriente)
Reflexionar sobre lo que sintió en abuelo en una situación y en la otra. ¿Creéis que ambas situaciones nos evocan lo mismo? Pues esto es lo que nos pasa cada día en nuestras empresas y seguimos sin remediarlo.
Otro aspecto de estas vías de comunicación, es la pérdida de lo socialmente correcto o incorrecto de las cosas. Actualmente cuando una persona escribe un mensaje, pretendemos que nos conteste en ese mismo momento, a cualquier hora de día y no nos damos cuenta la situación en la cual puede estar la otra persona. Tampoco nos importa que sean las 11 de la noche, para comentar cualquier cosa no urgente de trabajo. A esas horas culturalmente es incorrecto hacer una llamada, pero con la mensajería instantánea no parece que nos importe.
Vamos ahora a hablar de nuestro inseparable amigo el “correo electrónico”; que es el rey de la oficina.
Todos los días cuando llegamos al trabajo lo primero que hacemos es abrir este instrumento y observar el “bombardeo” silencioso que hemos recibido. Esto nos lleva, en el mejor de los casos, unos 30 minutos en seleccionar los urgentes e ir respondiéndolos. Esta tarea nos puede llevar en muchos casos más de hora y media.
Ahora bien, si observamos estos correos, muchos de los emails que recibimos son de nuestros propios compañeros que trabajan a unos solos metros nuestro, y a los que casi no conocemos. Esto lo podríamos mejorar desplazándonos a su mesa y exponiéndole lo que pretendamos.
Estamos perdiendo unas oportunidades preciosas de relaciones sociales, para mejorar el feeling entre los compañeros de las empresas, y mejorar esa sincronía que hace que las cosas fluyan de mejor manera. Goleman nos dice que es fundamental utilizar las habilidades sociales fundamentales, es decir, ser capaces de sintonizar con los sentimientos de las personas que nos rodean, poder manejar los desacuerdos antes de que se conviertan en abismos insalvables, aceptar la diversidad, tener capacidad de entrar en el estado de “flujo” mientras trabajamos, esto haría que estuviésemos más satisfechos con nuestro trabajo en general.
¿Cómo podemos solucionar esto? Lo primero y más importante es evitar de tomar estos sistemas de comunicación como algo esencial, y empezar a verlos como algo que nos facilita en un momento determinado, y nunca sustituye, a las relaciones personales. (En todas las empresas debería haber por lo menos una reunión presencial diaria de grupo o departamento).
En segundo lugar es importante acotar y reducir el estrés de nuestros trabajadores y focalizándolos hacia la productividad en horas de trabajo. Empresas europeas están prohibiendo que sus empleados utilicen las mensajerías instantáneas y correos electrónicos, con motivos de trabajo, fuera de la oficina para mejorar las la comunicación, y las relaciones sociales.
Porque una cosa es esencial, las empresas no son los edificios, si no las personas que están dentro, que hacen que funcione y sea un ente vivo y en movimiento.
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