jueves, 18 de septiembre de 2014

¡ME SIENTO UN POCO INCÓMODO CON ESTE MUNDO!, por JESÚS ALCALDE

“El mundo se rige por un sistema capitalista y de intereses principalmente económicos: los políticos forman parte del sistema y han perdido el norte; las leyes las hacen los políticos, llegan tarde y en vez de inspirar un orden nuevo, sancionan el que han establecido a su conveniencia unos pocos; las empresas aprovechan la crisis y endurecen las políticas no escritas (contratos a bajo coste, despido a embarazadas, …); el sistema genera cada vez más desahuciados; …” son pensamientos críticos que nos vienen a la cabeza y que a fuerza de querer ser justo y honesto, no logramos, al menos yo, ahuyentar del todo.

Todos hemos soñado con mejorar el sistema. Sí, el sistema: ese conjunto de variables que interactúan para mejorar el objetivo. Sí, el objetivo: lo que es importante para cada uno, en un determinado momento y en una perspectiva más amplia; por lo que vivimos y luchamos.
Cada uno lo expresamos de una forma particular, pero el denominador común es el mismo. Queremos mejorar el sistema y el gobierno, esa pequeña faceta de las personas, de la que somos responsables.

Hablo del sistema económico, del político, del social. Y en lo que nos atañe a este foro, del sistema de gobierno y de  gestión de las organizaciones; del sistema de personas, de las relaciones laborales, del sistema de desarrollo. ¡Y del sistema del cambio, porque al fin y al cabo, es la llave de todo!

Los hombres que vocacionalmente estamos relacionados con la dirección y gestión de personas, profesionalmente sabemos lo que hay que hacer, pero el sistema nos desborda, nos fuerza y los resultados no mejoran. No mejoran en la línea esperada. Conseguimos resultados de negocio, por adaptaciones y ajustes, pero no conseguimos resultados para las personas, y por consecuencia, para la sociedad. El empleo es cada vez más heterogéneo (unos pocos con buenas condiciones y otros muchos, con malas). Las diferencias son cada vez más grandes, generan desigualdades insostenibles.

Las ideas y la comunicación se polarizan. Las relaciones se instrumentalizan. El desarrollo y la formación se aparcan y se ajustan a las subvenciones. Las personas se adaptan, resisten el estrés, buscan nuevas salidas, emigran, asumen las consecuencias como si fueran culpables... Pero las personas, en el sistema, resultan excéntricas, no constituyen ningún vector de cambio, son elementos prescindibles, como mucho reactivos, muchas veces centrífugos.

Sí, ya sé que no en todos los sitios. Que hay organizaciones donde el hombre es la fuente de la innovación. Pero hablo del panorama, de la impresión general. Con la crisis hemos retrocedido, también en el ámbito de las personas, de las condiciones, de los derechos, de las buenas prácticas, del desarrollo.

Los hombres que vocacionalmente estamos con las personas, tenemos que seguir aprendiendo, formándonos, intercambiando nuestras incomodidades para buscar mejores interacciones que mejoren el sistema. A ver si conseguimos hacer un vector de cambio basado en las personas, donde el objetivo del negocio y de las personas se complementen; donde las personas sean reconocidas como un valor en sí mismas y seamos capaces de resolver de otro modo esa ecuación donde los resultados económicos son siempre variable fija. El sistema que se aplica en el trabajo sigue las pautas del sistema global, pero nosotros debemos centrarnos en nuestro ámbito.

Necesitamos un equilibrio entre los objetivos del negocio y los de los trabajadores. Necesitamos argumentos para defender una tercera vía, donde las personas pueden generar nuevos modelos, que pueden satisfacer las exigencias de los nuevos tiempos. No es solo flexibilidad y adaptación y resiliencia, que también. Es gestionar activamente el cambio, desarrollar visiones posibles; actualizar valores y competencias, establecer nuevos criterios, donde la innovación sea posible, porque somos creativos. Pero la creatividad hay que crearla.

Casi todas las organizaciones han aprovechado la crisis para hacer ajustes, donde las personas son elementos excéntricos. La acción humana tiene generalmente dos componentes que son solidarios. Por un lado es necesario corregir y recortar, pero esa acción es sí misma es improductiva y castrante; solo es útil para saber lo que no hay que hacer. Es necesario estimular nuevas conductas y reforzarlas, reconocerlas. Aprendemos de los errores, donde incorporamos las dos dimensiones conductuales. Sabemos lo que no funciona y seguimos buscando nuevas alternativas. En ambas facetas, somos competentes y debemos luchar por tener crédito.

Es necesario experimentar y contarlo. Contar lo que funciona. Sin exagerar. Porque esta realidad que nos toca vivir es cada vez más compleja y tiene muchos matices, necesarios de discriminar. Os pongo un ejemplo. Mientras estoy ordenado estas ideas para compartirlas con vosotros, ha entrado un email del grupo de coaching de linkedin, que ha acentuado esta incomodidad con muchas prácticas de nuestro entorno profesional. Es una invitación a una clase maestra de coaching de la universidad de la felicidad. En la clase, “aprenderás la fórmula infalible para conseguir lo que te propongas”, “las claves para gestionar la mente y las emociones a tu favor”. Lo firma un coach y la clase se imparte en un centro de negocios. ¡Así, no ganamos credibilidad! En este modelo de comunicación, ¿dónde figura la persona? El marketing ha devenido en publicidad, las personas en objetos y la felicidad en un impulso de mercado. Y esto ocurre con una de las herramientas más poderosas para conseguir el cambio.

Me siento incómodo con este mundo, también con la dirección de personas que estamos haciendo y que está resultando a consecuencia de la crisis. Poco confortable. Estamos peor que antes. O mejor, no estamos como nos gustaría y como hemos soñado alguna vez que podíamos alcanzar. Y no sé qué hacer para que las personas sean un vector del sistema de trabajo. Conozco las técnicas y las herramientas (estamos bien formados). 

Pero en la interacción de variables se imponen otras fuerzas que focalizan los resultados casi siempre en la misma dirección, la económica y a corto plazo. Y las variables, cada vez son más complejas, forman parte de un sistema global, político, que nos domina. Y a veces, no sé qué papel jugar en este teatro. Estoy en cambio, buscando nuevos planteamientos, porque no estoy a gusto con lo que vamos consiguiendo.

1 comentario:

  1. Cristina Pérez López18 de septiembre de 2014, 11:12

    Buenos días; Javier: Me gusta tu post porque, dentro del descontento, das pautas de soluciones. También estoy de acuerdo que actualmente las personas han pasado a ser un recurso más de la empresa, dejando la coletilla de "humanos" por el camino.
    Todas estas técnicas, Coaching, Mindfulness, Gamificación caerań, si no han caído ya, en saco roto ya que el único aliciente es que la empresa produzca más y los trabajadores tenga la idea (momentánea) de que todo irá mejor. La verdadera evolución humana, y por ende empresarial, está en la conciencia social, en el bien común. Y hay, todavía, mucho camino que recorrer.
    Gracias por tu reflexión. Un saludo.

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