jueves, 25 de octubre de 2012

LA SUMA DE LAS PARTES por JOSÉ BRATOS

Antes de escribir mi aportación al foro, decidí repasar los temas tratados anteriormente. Lo hice más bien para no repetirme o con la esperanza de que hubiese algún asunto importante, que fuese interesante tratar, y que no se hubiese tratado.
 
Pero después del repaso, tal vez por serendipia, me he dado cuenta de una cuestión:
 
Que manía tenemos de gestionar a las personas por trozos.
 
O por su inteligencia, o por sus títulos, o por sus actitudes, o por su edad, o por sus emociones, o por sus competencias, o por su experiencia, o por su talento, “oporsus”…
 
Siempre he pensado que la persona es algo más que la suma de todas sus partes y de sus circunstancias. Reconozco que es muy difícil gestionar la Globalidad de la persona y la diversidad de las personas, pero se puede hacer.
 
Ya sabemos que unos ante la adversidad harán limonada y otros, simplemente se rasgarán las vestiduras. Deberíamos saber quienes, para así motivar a unos y alabar a los otros. Porque la piedra en el camino es la misma para todos, es la percepción de la realidad lo que les distingue, y a veces no viene mal que se rasguen las vestiduras. Pero hay algo más.
 
Unos procrastinarán por pereza, otros porque no le ven valor a la tarea y otros simplemente no procrastinarán. Pero igual que deberíamos distinguir a los perezosos de los que se cuestionan el valor de la tarea, deberíamos averiguar quién es el que NO procrastina por obediencia ciega –Lo hace y punto-, o porque le encuentra sentido a la actividad. Craso error sería, premiar al que no lo merece o espolear al crítico. Pero hay algo más.
 
El 20% del esfuerzo consigue el 80% del resultado. El crack de los recursos humanos sería entonces el que tuviese a toda la plantilla contratada a tiempo parcial con un quinto de la jornada completa. El gran problema es distinguir ese 20 por ciento del otro 80.
Pero ¿Qué sería de ese 20% sin el soporte del otro 80%?. ¿Es necesario ese 80%?. ¿O hay algo más?.
 
La pirámide de Maslow, con la proliferación de las redes sociales parece que pronto dejará de ser una pirámide. Será un cuadrado, todo él ocupado por la faceta motivacional Social. La seguridad la proporcionará el grupo. La estima la proporcionará la Red, y la autoestima el mayor número de seguidores en la Red. No me imagino qué ocurrirá con las motivaciones fisiológicas. Pero no solo con hacer pertenecer a un equipo/grupo virtual a los trabajadores, tendrías la producción esperada. Hay algo más.
 
Gestionar por competencias y talento parece una visión más globalizadora de la persona, pero es una panorámica exclusivamente dentro de su actividad laboral, compartimentos estancos de las otras actividades de la persona. La evolución de su situación personal seguro que modifica sus formas de actuar.
 
Por eso pienso que el arte de gestionar personas, mas que en medirlas por trozos, consiste en conocerlas como la Unidad Global que son y dentro del grupo al que pertenecen. Consiste en distinguir: Al que hay que motivar, del que viene motivado de casa. Al que hay que formar, de los que nacieron aprendidos. Al que comprende las tareas a la primera, del que necesita tiempo para reflexionar. Al que maldice su suerte, del risueño. A los que facilitan las cosas, del que pone palos en las ruedas. A los que necesitan una palmada en la espalda, del que se la palpa buscando el cuchillo cuando ya se la has dado...
 
Y lo difícil es, actuar en consecuencia, por que además esas personas evolucionan dentro de un contexto y cambian sus prioridades. Cuando crees que ya las tienes evaluadas, que ya las conoces, cambian las reglas del juego. El arte de gestionar personas consiste en conocerlas hoy e intuir (¿Influir?) cómo serán mañana.
 
Finalmente creo que las personas con las que trabajamos, se las debe suponer el Saber, ayudar a Poder, y animar a Querer. Ya se encargará la persona de hacer su amalgama y actuar como ... considere oportuno.

jueves, 18 de octubre de 2012

LA PASIÓN ME PARECE UN EXCESO por JESÚS ALCALDE

Confieso que he vivido apasionado, que he cometido locuras, que he tomado decisiones arriesgadas, puede que valientes, que he seguido modas y nuevas tendencias, que he vivido muchos cambios de función, de contexto y de lugares, que he disfrutado de la amistad de muchos y sufrido algunas antipatías que yo aprecio interesadas. ¡Siempre con pasión!
Y que me ha ido bien,  al menos en los logros aparentes  y en la autoestima.
En el curso de certificación de coaching me di cuenta que la pasión remansada, siempre pendiente, es ser mejor persona, sacar lo mejor de mí mismo, incrementar la capacidad de vivir y estar a gusto contigo mismo y con los demás. Incluso he aceptado que con algunos, el sistema en general y varios directivos y políticos (en cualquier caso,  incluyendo los que están en el poder), tengo cada vez más serias diferencias.
Os voy a contar algunas historias personales, relacionadas con mi hacer en los Recursos Humanos.
Entrados  los 70, fui militante de la participación de los trabajadores, de la democratización de los mandos, de los círculos de calidad, de la comunicación de los huevos fritos (qué desayunos nos ponía el mesón,  en los cursos), del análisis transaccional y ¡del cambio!. ¡Qué jornadas en el Montico, filosofando en equipo sobre la reglas de oro del cambio, la libertad  de experimentación, aplicando al abastecimiento de la cadena y a la reducción de stocks, a la calidad creada y percibida! De esto del cambio no me he podido bajar nunca y cada cierto tiempo, nos achuchan olas de presión de que hay que seguir haciendo esfuerzos o sacrificios, que es lo mismo. Hoy vivimos un tsunami.
En los 80, fuimos muchos los que nos hicimos forofos de la calidad total y de la excelencia, que luego se apropiaron los de la EFQM y aquí lo convirtieron en club (detrás de lo bueno, siempre hay negocio). Levantamos banderas con los grupos semiautónomos, la teoría Y y el sistema de trabajo en equipo. Empezamos a medir  la calidad de vida laboral de los trabajadores, enseñábamos el liderazgo de Blake and Mouton, de Reddin, de Hersey y Blanchard, luego de Blanchard solo.
Los 90 fueron años de gestión y  responsabilidad sobre resultados y esos  se alcanzan con pasión y a veces, con presión. El internet irrumpió en nuestras vidas y lo que no estaba en la burbuja no existía. La burbuja explotó y se llevó algunos ahorros con moviline. Pero nos convertimos a la inteligencia emocional, porque sin pasión no se puede vivir.
El cambio de siglo nos trajo ilusiones sostenidas. Hemos puesto rostros felices a la pasión, nombre a las emociones, coto al estrés con los spa. Hasta que la realidad se ha impuesto, por la tele y en un día de mayo de 2009.
 Y todo lo hemos hecho con efectividad, sinceros y convencidos, con pasión.
Muchos de nosotros hemos pasado de la teoría a la práctica, de los seminarios participativos a los talleres outdoors, de la excelencia al lean production y al 6 sigma, de los puestos a las competencias, de la administración a la gestión de los RRHH y de la gestión al liderazgo, de la formación al coaching ejecutivo, del presencial al online y videoconferencia,…
Y todo lo hemos hecho, yo al menos, con pasión, como quien persigue y descubre algo totalmente nuevo y distinto, que es la respuesta, la alternativa, algo que necesariamente  hay que aplicar.
Ya llevamos más de tres  años en barrena, cayendo en la cuenta que la realidad es otra y que esto es como un pozo sin fondo, que cuanto más cavas más agua sale y te ahoga.
Y descubres (descubro, a mis años) que la pasión es un exceso: que la novedad en muchos casos es una moda interesada, que mi pasión la gobiernan otros (los mercados), que el cambio no ha salido de mi ni lo necesito tanto, que me lo han creado. Que la innovación no siempre acierta, porque lo nuevo y distinto no necesariamente aporta calidad. Que el Smartphone no me hace más inteligente, aunque me tiene prisionero del internet, del twitter y del whatsapp las 24 h del día. Que las redes son virtuales, pero no reales y que “customizan”  intereses latentes muchas veces. Que ante tanta información en internet, el negocio es cuál es la buena y para qué vale, qué significado tiene.
Que con la crisis y recesión que llevamos, los líderes no están acertando a encontrar la salida y estamos ajustando la pasión que teníamos en aguantar el chaparrón, en reajustar el sistema, en pergeñar realidades de excesos políticos.
Y en el campo del trabajo estamos de poda de los excesos conseguidos. La pasión está cambiando de signo. Cada vez hay más cabreados por lo que nos quitan y por lo que consideramos justo y no podemos  alcanzar.
Hoy necesitamos datos fiables, transparencia, reflexión, serenidad, refundar y actualizar principios y normas de convivencia, la visión común de trabajo y de nuestra sociedad. Otra realidad es necesaria.
La pasión me parece un exceso, porque la realidad hoy es como un choque de trenes, cruce de líneas que nunca se encuentran,  pasiones que siguen sus raíles fijos, que nunca se hablan. ¿Qué tenemos que hacer para liberar los deseos de intereses espurios? ¿Qué tenemos que hacer para convencer al dinero que  alimente buenas emociones, y que siga el trabajo y la vida? ¡Otra realidad es posible! Estoy focalizando la pasión en un nuevo mundo, porque no se puede vivir sin ella, pero me doy cuenta que en muchos casos es un exceso.

domingo, 14 de octubre de 2012

PRESENTACIÓN DEL LIBRO "PIENSA COMO UN GENIO"

Después de las sesiones de Google Academies, la Asociación de Antiguos Alumnos os invita este jueves 18 de Octubre, a las 20:00 horas, en la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Valladolid, a la presentación del libro "Piensa como un genio. Del Ingenio a la Genialidad", de Juan Prego.

El formato de la presentación será un seminario interactivo en el que el propio Juan Prego no mostrará las estrategias de pensamiento de genios como Thomas Alva Edison, Leonardo Da Vinci, Albert Einstein o Galileo Galilei y aprendemos a  ”Pensar como genios” aplicando ejercicios prácticos, divertidos, útiles y potentes, no sólo a través del formato en papel sino también a través de la aplicación para smartphone que aparece asociada al libro (una novedad mundial) y través de la comunidad on-line, gratuita para sus lectores.

La asistencia el evento es gratuita y las plazas son limitadas por orden de inscripción. Para inscribiros podéis hacerlo aquí.

Merecerá muy mucho la pena, ¡no os lo perdáis!

Y, para los que sois ex alumnos de algún Máster de la Escuela de Negocios de la Cámara de Valladolid y aún no sois socios de la Asociación de Antiguos Alumnos podéis hacerlo a través de este enlace.



jueves, 11 de octubre de 2012

MI NOMBRE ES PABLO Y SOY TRABAJÓLICO por PABLO VILLANUEVA

Esta frase, o alguna similar, podría ser pronunciada por alguno de nosotros en un plazo relativamente corto. El perfil de “workaholic” (adicto al trabajo) empieza a tener una presencia social considerable y la sentencia que titula este post, referencia popular en la acogida inicial de una reunión de Alcohólicos Anónimos, será escuchada muy pronto en empresas, grupos de autoayuda o consultas psicológicas.
Y es que, según un estudio compartido por la Universidad Politécnica de Valencia, la Universidad Jaime I de Castellón y la UPV-EHU, el porcentaje de adictos al trabajo en España podría triplicarse en un plazo de 3 años. Las cifras actuales están en torno al 4,6% y se estima que los “trabajólicos” en España puedan llegar a un 12% en diciembre de 2015.
El equipo de investigación, especializado en la prevención psicosocial en el ámbito laboral elaboró un cuestionario para medir y clasificar la población según su nivel de adicción. Fue respondido por 1.200 trabajadores de Valencia y País Vasco, con edades entre 16 y 69 años.
A continuación, expongo una breve síntesis con los principales e interesantes hallazgos del estudio.
1. IMPACTO EN LA SALUD – Graves efectos
El individuo es un equilibrio de diferentes actividades. Cuando se reduce esta variedad diaria, se genera un considerable impacto negativo, haciendo que la persona pase a conformar un abanico vital cada vez más pobre e insuficiente.
No es fácil detectar este problema que, a veces, se manifiesta a través de un estrés prologado, sobre todo en ciertas profesiones en las que la persona está muy dedicada al trabajo (emprendedores, ejecutivos, etc.).
Para algunas personas esta adicción puede ser una manera de huida del hogar, generando aislamiento: “me dedico a mis cosas y evito ocuparme de la familia, la casa y otras responsabilidades”.
También la falta de recursos económicos para cubrir actividades de tiempo libre puede llevar a alguna gente a utilizar el trabajo como válvula de escape: “como no tengo dinero para salir me voy a la oficina”
Algunos de los síntomas más claramente identificados son: ansiedad, irritabilidad, depresión, preocupación constante por el trabajo, insomnio, hipertensión, alejamiento social, incomunicación personal o negación del problema por parte del adicto.
2. VISIÓN SOCIAL – Una dificultad añadida
Es antinatural trabajar entre 10 y 14 horas diarias, pero la mayoría de la gente lo ve como positivo, como una actitud que demuestra la capacidad, la implicación y compromiso con el trabajo, equiparándolo al concepto de “buen profesional”.
Generalmente, el entorno de la persona adicta al trabajo no ve mal su comportamiento. La práctica de los juegos de azar, la adicción a drogas o el consumo desmedido de alcohol son conductas que se consideran reprobables, ante uno mismo y a nivel social. No obstante, trabajar muchas horas, incluso en fines de semana o renunciando a vacaciones, suele ser considerado respetable.
3. TECNOLOGÍA – Su mal uso favorece la adicción
Un inadecuado uso de las nuevas tecnologías favorece el desarrollo del problema. El uso de tablets, smartphones, equipos portátiles, etc. hacen que muchas personas no puedan desengancharse del trabajo en ningún momento. Pasan a estar siempre disponibles y amplían su jornada laboral, tanto en tiempo como en contextos (trenes, desplazamientos, casa, momentos de ocio).
En un reciente estudio, el servicio de empleo Experteer preguntó a más de 1.300 candidatos de alto nivel cuál es su relación con el trabajo durante sus días de descanso. Más del 49% de los ejecutivos españoles reconoce consultar su correo electrónico al menos una vez al día en fechas no laborables y sólo un 48,7% considera que es capaz de desconectar de sus responsabilidades durante las vacaciones.
 
4. IMPACTO ECONÓMICO – Pérdida de eficiencia
Todos sabemos que trabajar más nunca suele ser sinónimo de trabajar mejor. Carlos Alcover, profesor de Psicología del Trabajo y Organizaciones de la Universidad Rey Juan Carlos, incide en que la actividad laboral extrema tampoco es económicamente eficiente para las empresas. En este sentido, ha recordado que son muchas las medidas de ahorro y conciliación de ciertas compañías europeas donde, a determinada hora, se apagan las luces y cierran las instalaciones para evitar que algún trabajador permanezca en su puesto fuera de la jornada establecida.
5. COLECTIVOS DE RIESGO – Algunas tendencias
-          La relación entre el apego a la tarea y la competitividad es directamente proporcional a las posibilidades de desarrollar la adicción.
-          A nivel de entorno, se produce con más frecuencia en contextos exigentes en los que se ofrecen incentivos por una mayor productividad o por la consecución de objetivos (directivos, ejecutivos, etc.)
-          Perfil personal de riesgo: personas con elevada autoexigencia y competitividad.
-          En personas cuya tarea es vocacional y abierta (emprendedores, profesionales freelance, etc.) hay mayor riesgo desarrollar la adicción, que se confunde con el sentido positivo de productividad y la búsqueda de buenos resultados.
-          Se da más en hombres que en mujeres, sobre todo en clase media y hábitat urbano.
-          La probabilidad de generar la adicción es más acusada entre los 40 y 50 años.
Finalmente, del estudio se deriva la necesidad de poner en marcha medidas de cara a evitar el contagio de la que está considerada una de las psicopatologías sociales más peligrosas de este siglo. Del mismo modo, se aboga por promocionar una cultura empresarial que permita aumentar la capacidad de los trabajadores para sobreponerse a contextos de elevada carga emocional, mejorando sus recursos para afrontar dificultades, ciertos cambios o gestionar adecuadamente el miedo de poder perder el empleo.


jueves, 4 de octubre de 2012

EL CLUB DEL OPTIMISMO por TERESA ALBERTOS

Nos falta una tarjeta...
 
Abre tu cartera. Sí, esa de cuero que tienes en el bolso, entre todos los trastos, o en bolsillo del pantalón. Y mira, si de casualidad, donde las tarjetas, entre el DNI y la de la Seguridad Social, tienes la nueva esa del… la del… si, la del CLUB DEL OPTIMISMO.
 
Pues no, yo tampoco la tengo, pero no me importaría, porque viendo cómo nos movemos ahora, si no es con tarjetas de este tipo, parece que no pertenecemos a nada. Ni a Carrefour, ni a Ikea, ni a los puntos de la TRAVEL, ni a las tiendas de cosméticos que nos mandan mails cada 3 días…
 
Te digo yo, que si mañana mismo hay un club “raro” que la ofrece, la del CLUB DEL OPTIMISMO, ahí que nos apuntamos todos. Porque está visto, que por nosotros mismos, no somos optimistas ni para comprar el pan, porque no sabemos ya si durará poco o mucho, o si estará bueno, malo o regular. Confiar. En uno mismo. Como hace 20 ó 30 años. ¿Dónde queda eso?... Hoy, o nos lo dan todo hecho, o tenemos miedo, horror, pánico al futuro.
 
Emprender puede ser un arma de doble filo, pero quedarnos con los brazos cruzados es una insensatez. Quitémonos la venda que nos impide ver todo más claro y afrontemos la vida con sensaciones positivas.
Una gran idea es lo que más vale para decidirse, atreverse y ser positivo con un proyecto ilusionante. Ser negativo no vale más que para ahogarse en pensamientos cobardes.
 
Por cierto, la tarjeta, esa que nos falta, puede ser de cualquier color, eso es lo de menos. Y no hace falta que nos de puntos cada vez que hagamos algo bien. Solamente el hecho de verla cada día nos hará ser valientes y atrevidos.
O nos la hacemos ya, o estamos perdidos.