El activo más valioso de las
empresas son las personas, o al menos eso se dice. Lo cierto es que no todas son
igual de importantes, como se comprueba en que en procesos de despido, se
prescinde de unas y no de otras, y en la
diferente remuneración que se recibe.
El valor de cada integrante en la
empresa está (o debiera estar) en consonancia con lo aportado para ayudarle a
conseguir su misión: desde la Dirección se deben fijar los mecanismos precisos
para asignar una remuneración a cada profesional en función de su valor,
jerarquizando su posición. Posteriormente, vendrá el desarrollo de las
políticas salariales y de retención del talento, si procediera.
Habitualmente, el profesional
puede hacerse una idea de cómo la empresa le valora en función de la
remuneración recibida y de su comparación, pero no suele ser un método eficaz, pues
la información no fluye de modo constante ni total y se mezclan circunstancias
objetivas con subjetivas.
Por lo tanto, la diferenciación
del profesional será tanto más necesaria cuantas mayores ventajas se obtenga de
ser percibido como mejor que los demás, lo que cobra máxima importancia en
situaciones de crisis y despidos. La marca es el reflejo exterior de la
diferenciación respecto del resto.
Así pues, la tarea inicial del
profesional es, conociendo las necesidades de la empresa, identificar sus puntos
fuertes, sus ventajas competitivas de tipo cualitativo (habilidades,
capacidades, formación, experiencia, contactos) y considerar en qué medida son
valiosas. Sabemos que quien no las tenga o las tenga menores, sólo tendrá como
única opción competir vía precio, es decir, conformarse con una menor remuneración.
En este punto lanzo tres
preguntas encadenadas: ¿cuánto crees mereces cobrar? ¿Es más que otros? ¿Cómo
lo justificarás?
Es necio quien confunde valor y
precio, pero es nuestra responsabilidad buscar una correspondencia entre uno y
otro: si a los ojos de la otra parte todos somos iguales, escogerá el más
barato. Por ello, es imprescindible que cada profesional diseñe una estrategia
de marketing personal (individual) en la que juegue un papel protagonista la
política de precio (el salario) y, sobre todo unas herramientas de comunicación
orientadas a mostrar su valía y justificar el desembolso por nuestro talento y
dedicación.
Esta imagen de marca personal es el
elemento clave para quienes están trabajando por cuenta ajena, para quienes
desarrollan su actividad por cuenta propia o para quienes están en proceso de
búsqueda de empleo.
Pero valga un último consejo, sea
cual sea tu situación: no digas lo que eres, sino para qué vales y qué vas a
aportar para colaborar en conseguir su misión.
Si no te das a valer, ¿quién lo
hará por ti?
Luis:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu aportación. No puedo estar más de acuerdo.
Me quedo con tu penúltimo párrafo: "no digas lo que eres, sino para qué vales y qué vas a aportar...".
En la línea de aportar, y para reforzarlo, mi visión es que se dan dos extremos claros en esto:
1)Las personas que realizan un esfuerzo cero en potenciar su "marca personal" y se ven perjudicadas injustamente en situaciones de crisis y despidos, y
2)Las que dedican a ello el máximo esfuerzo, detrayéndo energías de la realización de sus cometidos: "se venden genial".
Pienso que (una más) de las labores de alguien que lidera un equipo es detectar si se da alguno de estos extremos entre las personas a tu cargo para tratar de re-encaminarlo.
Saludos
Muy buen post, Luis. Gracias por tu reflexión
ResponderEliminarPor mi parte me gustaría compartir que, desde mi humilde visión, creo que sí que es importante decir "lo que" (quién) eres. Lo que suele ocurrir, es que mezclamos, con demasiada frecuencia, lo que SOY (INTERNO -la persona- valores, propósitos, etc.) con lo que TENGO (EXTERNO -los símbolos- un Título Universitario, un Máster, una educación en un colegio de Suiza, el sueldo, el cargo, etc.)
Estimo que en la auténtica "marca personal", una identidad fundamentada en el SER es clave y será la palanca más potente para la diferenciación, pues, desde ahí, se desplegará en una coherencia/integridad que, unida a un buen desempeño, profesionalidad y ética... entonces sí, logrará una auténtica diferenciación.
Una vez construido y manifestado esto, ya podemos desplegar el "para qué vales" (qué es, a su vez, muy distinto de "Qué haces/has hecho" o "Cómo lo haces")
Pero claro, todo depende de qué tipo de organización, imagen o sistema queramos construir. Ejemplos a nuestro alrededor creo que hay de sobra...
Un abrazo!
Me ha gustado mucho tu post Luis. Un abrazo!
ResponderEliminarGracias, Vicente, Pablo y Borja por vuestros comentarios. Me alegro de "veros" al otro lado. Mis disculpas por no escribir esta respuesta antes.
ResponderEliminarEs cierto, Vicente, lo que dices. Entiendo que el profesional que no cuida su imagen puede (casi seguro) ver que esa actitud le pasa factura. Creo que es un riesgo que no debemos asumir, y caso de asumirlo, no quejarnos después. Es cierto que el jefe debe "rascar", pero ahí debes saber si tu jefe lo hace o se queda en lo superficial, y actuar en consecuencia.
Me han comentado que hay algunos jefes/jefas que les que les encanta que les hagan la pelota y les des la razón constantemente ...
Pablo, comparto contigo la importancia de crear un "SER", pero considero que cada "ser" es valorado y remunerado económicamente en la empresa en función de su "DAR".
Coincido que lo importante y previo es SER, pero el intercambio (económico) opino que se mantiene, elimina, reduce o aumenta en función de lo "DADO".
Como dices, todo depende.
Saludos a los tres.
Si quiere viajar un paiz tan bello mas que todo,?excursiones en estambul
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