jueves, 30 de abril de 2015

LA FALTA DE COMUNICACIÓN EN LAS EMPRESAS, por ALEXANDRA COLLANTES

Seguramente todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos jugado al teléfono estropeado, en el que una información pasaba a lo largo de varias personas y a través del cuál, poco a poco, se iba distorsionando y finalmente el mensaje final no tenía nada que ver con el inicial. Esto nos hacía mucha gracia, pero es una realidad que hoy en día existe en nuestras empresas. 

Nuestro nuevo teléfono estropeado se materializa en las empresas a través de las nuevas tecnologías. Entre las cuales me gustaría destacar el "whatsapp" y el correo electrónico, y es que a través de ello nos estamos perdiendo un montón de información, ya que estos canales no tienen entonación,  no podemos leer la expresividad, y caemos en la subjetividad de la lectura de las personas que lo recibe. 

Esta falta de contacto hace que perdamos esa información, ¿por qué? Dimberg, un investigador sueco, señaló en sus investigaciones la “transferencia de estados de ánimo” y descubrió que cuando las personas ven un rostro enojado o sonriente, la musculatura de su propio rostro tiende a realizar una transformación sutil en el mismo sentido, una transformación, que aunque no nos resulta evidente, (incluso a veces, solo es perceptible por impulsos eléctricos)  tiene una gran importancia para matizar una comunicación.
  
Todos emitimos esas señales emocionales, incluso sin darnos cuenta. Cacioppo,  psicólogo de la universidad de Ohio, ha estudiado este tipo de intercambio sutil y dice que  -  comprendamos o no la mímica de la expresión facial, basta con ver a alguien expresar una emoción para realizar ese mismo estado de ánimo. Es algo que sucede de continuo, una especie de daza, una sincronía (rapport) una transmisión de emociones-

Vamos a aplicar esta teoría en un ejemplo. Hace poco en un cumpleaños de un familiar un sobrino recibió un regalo de su abuelo. El niño no recibió el regalo que esperaba y se puso cabizbajo y triste, pero su padre, al percatarse de la situación, le dijo: “Da las gracias al abuelo por el regalo”. El niño a regañadientes le dijo: “Gracias”.
¿Imaginas esa conversación a través de mensajes?. Voy a reproducirla:
  • Abuelo: ¿Te ha gustado?
  • Niño : Si… ¡GRACIAS! (seguramente acompañado de una cara sonriente)

Reflexionar sobre lo que sintió en abuelo en una situación y en la otra. ¿Creéis que ambas situaciones nos evocan lo mismo? Pues esto es lo que nos pasa cada día en nuestras empresas y seguimos sin remediarlo.        
   
Otro aspecto de estas vías de comunicación, es la pérdida de lo socialmente correcto o incorrecto de las cosas. Actualmente cuando una persona escribe un mensaje, pretendemos que nos conteste en ese mismo momento, a cualquier hora de día y no nos damos cuenta la situación en la cual puede estar la otra persona. Tampoco nos importa que sean las 11 de la noche, para comentar cualquier cosa no urgente de trabajo. A esas horas culturalmente es incorrecto hacer una llamada, pero con la mensajería instantánea no parece que nos importe. 

Vamos ahora a hablar de nuestro inseparable amigo el “correo electrónico”; que es el rey de la oficina.
Todos los días cuando llegamos al trabajo lo primero que hacemos es abrir este instrumento y observar el “bombardeo” silencioso que hemos recibido. Esto nos lleva, en el mejor de los casos, unos 30 minutos en seleccionar los urgentes e ir respondiéndolos. Esta tarea nos puede llevar en muchos casos más de hora y media. 
Ahora bien, si observamos estos correos, muchos de los emails que recibimos son de nuestros propios compañeros que trabajan a unos solos metros nuestro, y a los que casi no conocemos. Esto lo podríamos mejorar desplazándonos a su mesa y exponiéndole lo que pretendamos.

Estamos perdiendo  unas oportunidades preciosas de relaciones sociales, para mejorar el feeling entre los compañeros de las empresas, y mejorar esa sincronía que hace que las cosas fluyan de mejor manera. Goleman nos dice que es fundamental utilizar las habilidades sociales fundamentales,  es decir, ser capaces de sintonizar con los sentimientos de las personas que nos rodean, poder manejar los desacuerdos antes  de  que se conviertan en abismos insalvables, aceptar la diversidad,  tener capacidad de entrar en el estado de “flujo” mientras trabajamos, esto haría que estuviésemos más satisfechos con nuestro trabajo en general.

¿Cómo podemos solucionar esto? Lo primero y más importante es evitar de tomar estos sistemas de comunicación como algo esencial, y empezar a verlos como algo que nos facilita en un momento determinado, y nunca sustituye, a las relaciones personales. (En todas las empresas debería haber por lo menos una reunión presencial diaria de grupo o departamento). 

En segundo lugar es importante acotar y reducir el estrés de nuestros trabajadores y focalizándolos hacia la productividad en horas de trabajo. Empresas europeas están prohibiendo que sus empleados utilicen las mensajerías instantáneas y correos electrónicos, con motivos de trabajo, fuera de la oficina para mejorar las la comunicación, y las relaciones sociales. 

Porque una cosa es esencial, las empresas no son los  edificios, si no las personas que están dentro, que hacen que funcione y sea un ente vivo y en movimiento.

jueves, 16 de abril de 2015

PROFESIÓN DE ALTO RIESGO, por DAVID CALVO CEBRIÁN

Seguro que si pasamos una encuesta entre todos los trabajadores de este país en referencia a la importancia que tiene la seguridad y salud en el trabajo y los resultados no sorprenderían a nadie. Parece lógico que es algo a lo que los trabajadores otorgan gran valor, hasta el punto que, en algunas ocasiones han llegado a anteponer a otro tipo de prioridades en el trabajo. La seguridad es lo primero para todos. Esto no parece que tenga mucho sentido cuando pasas por una obra de la construcción y puedes observar a los trabajadores en lo alto de un tejado trabajando sin tener puestos los equipos de protección individual obligatorios y si observas con detenimiento, es fácil que los tengan abajo del andamio tirados o no los hayan sacado del coche. 

Si esa misma encuesta la pasamos e los empresarios, está claro. La seguridad y salud en la empresa, no sólo es una prioridad, sino que en los últimos quince años se ha convertido en una “política” prioritaria de la empresa. Prueba de ello es, que cada vez más empresas cuentan en sus vitrinas con algún premio o mención en materia de prevención de riesgos laborales por parte de alguna reconocida institución u organismo, si no es una determinada certificación de reconocido prestigio internacional, que avala su compromiso con esta faceta del ámbito laboral. 
¿Parece razonable y lógico que un trabajador deba llevar a cabo su actividad laboral en unas condiciones higiénicas y de seguridad adecuadas? Parece que sí, ¿verdad?, pues las empresas lo certifican para que no quede la menor duda y además, posteriormente, lo publicitan. Eso sí, las estadísticas de siniestralidad nos las reservamos para la “mejora interna” y nuestros “planes de acción” propios. Si el trabajador se tropieza en el parking de la empresa porque el pavimento lleva años sin arreglarse, lo consideraremos “in Itinere”. 

De este modo podemos justificar que la empresa no puede incidir en el resultado final del accidente. Todo sea por mantener el contador de la planta a “0”. Si el accidente es potencialmente grave, tratemos de no llamar demasiado la atención llamando a los servicios de urgencias, no vaya a ser que desde éstos se notifique el hecho a la inspección de trabajo y tengamos problemas no deseados. 

Si esa misma encuesta la pasamos a la “autoridad sanitaria” de este país, el resultado sería aplastante. No cabría interpretación posible y posibilidad de recurso. Los responsables de velar por el cumplimiento legal, lo tienen claro, si cumplimos a raja tabla lo que dice cada artículo de la norma, no habría siniestralidad y no son posibles circunstancias diferentes a las que contempla la ley para que se produzca un accidente de trabajo. De este modo, si la ley dice que no puedes manipular más de 20 Kg de peso y todo lo que se exceda de esa medida es “intolerable”, una enfermera de un hospital cualquiera, que sufra una lumbalgia con motivo de la manipulación de un paciente, deberá adoptar las medidas que se contemplan en la ley, de lo contrario, su empresa se verá sometida a un duro proceso de revisión documental y de imposición de nuevos procedimientos de trabajo, deberá llevar a cabo la elaboración de costosos estudios ergonómicos que confirmen lo evidente y entrará de manera sistemática en campañas de siniestralidad periódicas, donde la obligarán a llevar a cabo acciones diseñadas por “especialistas” que desconocen la actividad, los medios, las circunstancias y otras posibles variables que hacen que se produzca el accidente. 

Solución: cortamos en trocitos inferiores a 20 kg de peso al paciente, separamos 50cm los pies, flexionamos las piernas con la espalda recta, nos pegamos la espalda al pecho,….. Y así repetidas veces hasta llevar todas las partes en las que hemos dividido al paciente. O eso, o no lo movilizamos porque el riesgo que va a correr el trabajador es intolerable según la normativa y por lo tanto ésta nos lo impide. 

Esta es la realidad a la que se enfrenta un Técnico de Prevención todos los días en nuestro país. A día de hoy, la justicia española imputa por un delito contra la seguridad de los trabajadores al 99% de los técnicos de prevención en caso de que se produzca un accidente laboral de cierta gravedad, exigiéndole responsabilidades administrativas, civiles y penales, y en el 99% de los casos, el técnico de PRL no ha podido evitar que se produzca por medio de su trabajo

En todos los años en los que he tenido el placer de ejercer como técnico de PRL, he podido trabajar en varios sectores y empresas de todos los tamaños, tipos de gestión y estilos de Dirección. En todas ellas, se han repetido una serie de características comunes que hacen que esta profesión esté a día de hoy, tan poco valorada por todos los agentes que intervienen en el proceso, que se convierta en una auténtica profesión de riesgo:
  • Los trabajadores: No existe compromiso real en su trabajo con la seguridad y salud. A pesar de que manifieste de manera constante la falta de recursos y medios, la falta de formación, las fuertes exigencia y presión con la que deben realizar sus tareas, etc… No cumplen con las normas de PRL, no hacen uso de los medios que se ponen a su disposición y no asumen el cambio cultural que implica la prevención de riesgos laborales. ¿Por qué en otros países pueden trabajar con los guantes puestos sin perder sensibilidad ni realizar erróneamente su tarea?. No suelen ver al técnico de prevención como una parte importante de la empresa. Lo consideran una especie de inspector al que hay que evitar y tratar de que no nos pille para poder seguir haciendo el trabajo a su manera.
  • El empresario: No somos capaces de hacer ver al empresario los beneficios y el ahorro y reducción de costes que supone la implantación de un adecuado sistema de prevención de riesgos laborales. Sólo somos capaces de ver el coste que suponen las medidas de seguridad que hay que implantar y no vemos el retorno de esa inversión. Qué difícil es poder dar valor a algo que estás evitando y que nunca pasará, ¿verdad?. El técnico de prevención no debe de formar parte del equipo que tome las decisiones estratégicas de la empresa. Si se cuenta con él, lo más probable es, que ponga pegas a todo y genere gastos. Hay que darle la importancia mínima para cumplir y llevar a cabo el 15% de las cosas que proponga. 
  • La autoridad laboral: Con la metodología que aplica en la actualidad, es incapaz de comprender que en un accidente laboral hay un factor muy importante de falta de previsión que no se puede evitar. Por eso es un accidente. El prisma del “articulísmo” con el que se juzga este tema en la actualidad, hace que se pierda la parte “razonable” de la seguridad laboral y se tienda al cumplimiento mínimo que evite la sanción en detrimento del fomento de la cultura preventiva. El técnico de prevención es el principal responsable de lo que suceda en la empresa en materia de seguridad y salud laboral. Es su responsabilidad y cometido, que el empresario adopte las medidas necesarias en cuestiones de seguridad y salud y en caso de que exista un incumplimiento, imputaremos antes al técnico de PRL que al propio empresario

Este es un pequeño ejemplo de la consideración y reconocimiento social que tienen los técnicos de prevención en nuestro país y con el modelo actual. Resulta paradójico que algo que en teoría, valoramos tanto, es rechazado por todos los agentes sociales con los que interactúa. Sería conveniente hacer un ejercicio de reflexión para poder determinar de una vez por todas cual queremos que sea el papel definitivo de una profesión como ésta y el valor que debemos darla. 

¿Conocéis a algún técnico de prevención famoso o que sea un gurú a nivel nacional o internacional?. ¿Conocéis algún Director General de una gran empresa o CEO que haya comenzado su carrera como técnico de PRL?. 

El técnico de PRL más famoso de nuestros días es este: 
¿Es o no una profesión de alto riesgo?

jueves, 9 de abril de 2015

EDUCACIÓN PARA EL SIGLO XXI, por LAURA BLANCO TAZÓN

Algunos de los módulos de nuestro máster de RRHH me han dado la oportunidad de reflexionar sobre decisiones que he ido tomando y que han condicionado mi trayectoria personal. Algunas de ellas las tomé sin ser consciente del impacto que tendrían a largo plazo. En otros casos sabía que era una decisión importante pero como en casi todas te falta información y hay que arriesgar.

Las primeras elecciones se hacen en el colegio o instituto, con los consejos de la familia y/o algún profesor que observa que alguna asignatura se te da por alguna razón especialmente bien. No ayuda un modelo educativo en mi opinión demasiado rígido y que se preocupa mucho de asignaturas para adquirir conocimiento pero nada o muy poco de desarrollar otro tipo de competencias que de primeras no se escriben en un CV pero son fundamentales para el desarrollo personal y profesional. 

Y es que si tenemos en cuenta el tiempo de nuestra vida que dedicamos a formarnos, sería más que deseable que este esfuerzo se fuese realizando bien enfocado, aprendiendo a conocer nuestras fortalezas para sacarlas el máximo partido y nuestras debilidades para trabajar en ellas y que no nos supongan un obstáculo.

Es habitual escuchar en los medios de comunicación los malos resultados del sistema educativo con varios intentos de reforma pero aplicadas sobre las mismas bases. Sin embargo hace unos días he leído una noticia que trae aires nuevos y es que en algunos colegios en Cataluña  se ha hecho una apuesta valiente y ya han emprendido un camino nuevo rompiendo los esquemas del modelo tradicional.  Este nuevo modelo tiene como protagonista al alumno, para que haya verdadero trabajo en equipo, se enseñe a los estudiantes a reflexionar y descubran cual es su proyecto vital. 

La metodología potencia la curiosidad y creatividad del alumno. Se combina el trabajo individual y en grupo para lograr un mayor desarrollo de las inteligencias múltiples y la resolución de problemas. Aunque hay clases específicas gran parte del día se trabaja por proyectos, sin horarios, y los niños hablan y se mueven con libertad por el aula. Son aulas transparentes, con grandes ventanales, mesas con ruedas para poder agruparse, una zona común con sofás….¿no os recuerda a esas grandes empresas tecnológicas de Silicon Valley?

Las clases son de 60 alumnos con tres tutores multidisciplinares (científico, lingüista y humanista) que están al mismo tiempo en clase. Es un cambio radical pero 2 de cada 3 profesores (de 1500 en total) estuvieron de acuerdo, y el proyecto se quiere extender a los 13.000 alumnos que estudian en estos centros. Antes de implantar este modelo se han recogido 56.000 ideas de alumnos, padres, y profesores para mejorar la educación. 

Todo cambio lleva asociado una resistencia y hay voces críticas que ven un riesgo en este nuevo modelo, pero otras muchas a las que me uno piensan que es necesario una educación que se adapte a los cambios que vive la sociedad y no puede permanecer rígida y ajena a las necesidades de sus alumnos del siglo XXI. Los futuros profesionales de un mundo cada vez más global, en la que la innovación es la clave de la competitividad  y cada diez años se duplica el stock de conocimiento.