Con las elecciones municipales del pasado Junio muchas entidades administrativas locales han cambiado de dirigentes, algunas con responsables que llevaban muchos años con el mismo “jefe” o “jefa” y que tenían establecidos unos procedimientos o formas de actuar muy asentadas.
Los nuevos dirigentes que han asumido las responsabilidades de gobierno, en muchos casos, eran críticos con las gestiones que se estaban realizando, por lo que el inicio de esta etapa implica unos grandes CAMBIOS que tanto responsables como trabajadores deben afrontar.
En empresas u organizaciones privadas también surgen estas circunstancias, como por ejemplo, en fusiones o absorciones de empresas por la competencia, y la gestión de este proceso es clave para que las posibles fricciones que se produzcan se solventen lo más rápida y eficazmente posible.
EL CAMBIO
El iniciar cualquier cambio provoca un periodo de inestabilidad dentro de la organización con todo lo que esto conlleva: miedo, desconfianza e inseguridad por un lado; ilusión, oportunidad y posibilidades por otro.
En función de quien desee realizar este cambio, este puede producirse dos formas:
Realizando una reforma sustancial y rápida; una “reingeniería interna” que provoque que dentro de la organización se modifique toda su estructura y se deban adaptar bruscamente, o de forma más lenta y paulatina con la intención de que la misión de la entidad vaya calando en toda la organización y sus grupos de interés.
EL NUEVO “JEFE”
Si no es alguien que procede de la misma organización su planteamiento inicial debería de enfocarse a 3 aspectos clave:
INFORMACIÓN.- Recabar toda la información necesaria para poder tomar decisiones basadas en datos. Eliminar así los prejuicios y suposiciones de todo lo que se ha intuido desde una visión o control externo.
Esto implica, de forma clave, a la información directa que se adquiera de cada trabajador: Saber qué formación tiene, si están infrautilizadas sus capacidades, si ha adquirido un rol dentro de la empresa que es necesario modificar, …
COMUNICACIÓN.- Establecer unos canales adecuados y claros para comunicarse con los empleados. Esto evitará que se produzcan situaciones de desconfianza. Es necesario exponer lo que se quiere realizar y cómo llevarlo a cabo.
Además, revisar los procedimientos que se están utilizando para establecer esa comunicación; mejorarla y definirla claramente para orientarse a sus necesidades.
ACTITUDES.- Principalmente paciencia para que todo el proceso de cambio se articule positivamente y los posibles errores y desajustes se minimicen. Hay que tener en cuenta que las personas deben tener un periodo de adaptación y más en casos donde han existido unos hábitos adquiridos desde mucho tiempo atrás.
EL TRABAJADOR
INFORMACIÓN.- Exponer ante su nuevo responsable toda la información de forma clara y completa. Es momento de evitar suspicacias por lo que la ampliación de una información lo más objetiva posible puede evitar conflictos innecesarios. Si es posible, anticiparse en el ofrecimiento de la información, esto puede ir abriendo vías para adquirir una confianza imprescindible para ambas partes.
Intentar que la información que se ofrezca se pueda corroborar con otros compañeros o departamentos. Es posible que el nuevos responsable quiera asegurarse de la información recibida, por lo que la colaboración grupal entre con los demás compañeros ayudará a ello.
COMUNICACIÓN.- Todo el proceso debe estar enmarcado en un clima de comunicación muy definido, para que el proceso de adaptación y asimilación, no se contamine en sus primeros pasos.
Conocer cuáles son los objetivos y cómo quieren conseguirse indicará si existen cambios en la forma de relacionarse con los grupos de interés, si se desean mostrar unos valores determinados en la empresa y que los trabajadores deban de identificarse más cercanamente con ellos.
ACTITUDES.- Para los trabajadores es un momento, igual que para sus jefes, de tener paciencia durante el proceso. Cualquier cambio provoca la pérdida de hábitos asentados durante largo tiempo, no deja de ser una pérdida de identidad hasta que se perfile otra nueva. Algo queda en el camino.
Por otro lado, es una oportunidad de volver a recuperar ideas que no pudieron ponerse en funcionamiento y que quizá ahora puedan ser nuevamente escuchadas. Puede ser momento de eliminar hábitos tóxicos que se habían convertido en costumbres inamovibles. También de exigirse una mayor calidad en todo lo que hacemos y demostrarse así mismo todo el potencial y capacidad que se posee.
Las sensaciones y dudas que surjan es interesante compartirlas con otros compañeros que, al igual que uno mismo, están viviendo el mismo proceso.
Para resumir todos estos conceptos les concentramos en una frase de Darwin y una viñeta de Quino, hay que escuchar a los sabios: