“España necesita que las reformas estén a la altura de los
desafíos”. Así comienza el análisis anual que hace de nuestra economía el F.M.
I. (Fondo Monetario Internacional). Al final concluye que, que entre otras
reformas, deberán bajarse los salarios hasta un 10%.
Ante esta información abrumadora, es normal que nuestro ánimo
se sienta encapsulado por la circunstancia y nuestro cerebro se vea bloqueado
por el pesimismo que destilan las noticias y los pronósticos. ¿Qué hacer? Necesitamos
cambiar. Si cambiamos nosotros, también cambiará el entorno, o al menos la
percepción del mismo, y esto es muy importante para salir del pozo.
Hasta ahora puede que hayamos visto el cambio como un deseo
de mejora, como un progreso más o menos necesario. Hoy tenemos necesidad cambiar
en cualquier situación que nos encontremos. Si estamos parados, porque no
podemos permanecer así indefinidamente. Si trabajamos, porque ante el evidente
agotamiento del sistema económico actual, surgirá otro que va afectar a
nuestras empresas, y esto nos va a obligar a cambiar.
Cual sea el nuevo modelo económico, no lo sé. Pero podemos
sospechar que están construyéndose las bases del nuevo, después de cinco años
de continuos sobresaltos. Por eso nos conviene estar atentos a las
manifestaciones que vayan llegando, ya que serán de gran interés para orientar
nuestro proceso de aprendizaje. Este es el núcleo al que quería llegar.
Si estamos en paro, tendremos que aprender por los medios
clásicos. Si estamos desarrollando un trabajo, tenemos una ocasión excepcional
de aprender sobre lo que hacemos, siempre que reflexionemos sobre ello.
Aprender es algo inevitable a lo largo de la vida del hombre.
Aunque no quisiéramos, seguiríamos aprendiendo mientras tengamos vivencias. Si
hacemos cosas y no reflexionamos sobre ellas, aprenderemos rutinas que
repetiremos automáticamente, sin comprender por qué lo hacemos. Si
reflexionamos sobre lo que hacemos y sacamos conclusiones, estaremos obteniendo
conceptos que explican nuestros actos, tal y como se hace la ciencia.
Entre los “desafíos” que el FMI dice encontrar en nuestro
país, uno de los más importantes es la baja productividad: trabajamos más
horas, pero generamos menos riqueza. Todos los índices nos dicen que en España
sólo crece la deuda, esto es, que gastamos más de lo que producimos.
¿Qué soluciones tenemos?
Nos representan el sistema de producción de España como una
balanza: en un platillo ponemos los gastos y en otro lo que producimos. Como
los gastos pesan más que lo que producimos, para equilibrar la balanza nuestros
políticos proponen recortes o piden dinero fuera del país.
Lo primero, lo de recortar gastos, traducido a un lenguaje
inteligible significa “ya que no producimos, no gastemos”. A mí me parece que
es una solución parcial y pésima, porque con ello sólo se puede equilibrar la
balanza de ingresos gastos, a cambio de sumir al país en la miseria
indefinidamente. Recortar gastos es diferente de reducir: reducimos gastos
cuando aumentamos la productividad. Y para esto hay muchas más vías que la de recortar
los salarios.
Otra solución que nos apuntan en otros sectores, es que se
nos preste más dinero para que fluya el crédito a las empresas y puedan crear
nuevos empleos. Pero esto, si puede ser una forma de equilibrar la balanza a
corto plazo, no lo es definitivamente, ya que no tendrá ninguna consecuencia a
largo plazo: si seguimos haciendo las cosas de la misma forma, seguiremos con
la baja productividad y no lograremos competir en el mercado, globalizado como
es en la actualidad. Inyectar dinero y no hacer nada por cambiar los procesos en
los que trabajamos, acabaría con la situación en el mismo punto de partida, con
la pérdida de tiempo consiguiente.
Por eso no nos queda otro camino que aprender a hacer las
cosas de otro modo para ser más productivos. Y esto, en todos los niveles de
actividad. Este es el aprendizaje que he propuesto con sentido de
responsabilidad.
No debemos ser pesimistas ante la debacle del paro. Las
empresas necesitan personas. Las máquinas son medios para trabajar, pero los
hombres no. Hace más de 200 años ya nos decía Kant que los hombres son fines en
sí mismos y no medios, aunque todavía no lo hemos comprendido, o al menos no lo
llevamos a la práctica. Acaso podemos aclararlo con algunos ejemplos:
Para hacer un estudio de mercado y contactar con los clientes potenciales, podemos tener la ayuda de las modernas máquinas: diariamente nos aturden con llamadas de teléfono ofreciéndonos servicios y productos, que rechazamos sistemáticamente, por el empeño rutinario que ponen en vender sin escuchar lo que realmente necesitamos.
El diseño de un producto o de un servicio requiere, además del conocimiento técnico de la materia de que se trate, sensibilidad, intuición y humanismo. Ciertamente nos ayudaremos de máquinas para hacer más productivo nuestro diseño, pero son un medio necesario, pero sólo eso.
Un plan estratégico para una empresa, sólo se hace por personas que conocen su empresa y que analizan datos y obtienen conclusiones de las necesidades que tienen sus clientes. Si tienes que hacerlo, utiliza máquinas, que son un medio extraordinario de ayuda a tu trabajo
Un equipo es eficaz cuando el líder que lo dirige lo es. Las máquinas serán un buen medio para las múltiples tareas que un líder ha de llevar a cabo.
Entregar un producto o dar un servicio es muy diferente dependiendo de quién lo hace y dónde se suministra: no es lo mismo un café de máquina que en una terraza de verano. Las personas marcan la diferencia.
…………………….
Así pues, la salida de esta situación sólo la podemos hacer
las personas. No es cuestión de dinero o de máquinas. Esto sólo daría un
respiro al contexto actual, pero no arregla nada a largo plazo. La solución
está en las personas y somos todos los que debemos plantearnos cómo hacemos las
cosas para hacerlas más productivas. Esto en todo tipo de actividad.
Aviso a los navegantes: hay personas que trabajan muy bien, y
como consecuencia suelen tener éxitos frecuentemente. Ellos tienen más difícil
aprender sobre lo que hacen, pues ante un fracaso, les cuesta mucho ver fallos
en su tarea y cuestionársela.
Nuestra actividad es necesaria, ni los políticos, ni los
economistas nos van a resolver los graves problemas. Tenemos que ser todos,
cambiando la manera de hacer actual. No podemos seguir haciendo las cosas como
las estamos haciendo si queremos que nos cambie la situación en la que estamos.
Es hora de hacerlas de otro modo más productivo. Por eso todos debemos
plantearnos definitivamente nuestro proceso para aprender y de aplicar lo que
aprendemos. El aprendizaje orientado por las circunstancias y aplicado en
nuestra actividad, es la vía que debemos recorrer para salir del bache en el
que nos encontramos. El aprendizaje con sentido de responsabilidad.